Thursday, September 29, 2011

Al Almendares


    Muchos son los lugares, las palabras, las comidas, las costumbres etc que nos identifican a nosotros los cubanos; Donde quiera que se encuentre un cubano, el otro coterraneo lo identifica casi inmediatamente, ya sea por su manera particular de expresarse (acento) , o por algo mucho mas sutil como su forma de mirar, hay tal vez algun brillo especial en la mirada de los cubanos  que aprendemos desde muy pequeños a identificar, por eso  sera siempre dificil de escondernos de los nuestros.
Como muchas son estas particularidades expresativas de "Nosotros" , tambien tenemos, otras mucho mas grandilocuentes , como por ejemplo, El Capitolio Nacional, La giraldilla, El puente de Cumanayagua, La Gran Piedra, El salto del Hanabanilla, Soroa ,Topes de Collantes , Guardalavaca, El valle de Viñales , o Varedero...Lugares, cosntrucciones, monumentos , que el solo evocarlos , nos hace de alguna orgullosa manera sentirnos vanidosos , ufanos y altivos de saberlos nuestros. Pero hay uno en particular que a veces parece desde mi humilde opinion Olvidado , no solo por todos los cubanos sino por los habaneros en particular, ya que  a esta ciudad pertenece , siempre ha estado alli brindandonos o tratando de brindarnos un poco de sosiego, de tranquilidad y de paz, nosotros no solo no le prestamos atencion , sino que hemos manchado y ensuciado su espiritu, ya solo queda de el un poco de monte y tal vez un olor no muy  agradable , y aun asi se esfuerza en dar algo bello de si para nosotros " EL ALMENDARES , rio que nos ha acompañado desde que nacemos , rio que solo su nombre evoca frescura , calma , reposo, tranquilidad y sosiego; Rescatemos este rio , hagamos de el aunque sea en nuestros corazones lo que el ha intentado con nosotros, ( como diria Dulce Maria Loynaz en su poema dedicado a este rio ) , El amante fiel de esta bella ciudad antillana.




Al Almendares

Este río de nombre musical
llega a mi corazón por un camino
de arterias tibias y temblor de diástoles...

Él no tiene horizontes de Amazonas
ni misterio de Nilos, pero acaso
ninguno lo mejore el cielo limpio
ni la finura de su pie y su talle.

Suelto en la tierra azul ... Con las estrellas
Pastando en los potreros de la Noche...
¡Qué verde luz de los cocuyos hiende
y qué ondular de los cañaverales!

O bajo el sol pulposo de las siestas,
amodorrado entre los juncos gráciles,
se lame los jacintos de la orilla
y se cuaja en el almíbares de oro...
¡Un vuelo de sinsontes encendidos
le traza el dulce nombre de Almendares!

Su color, entre pálido y moreno:
-- Color de mujeres tropicales... --
Su rumbo entre ligero y entre lánguido...
Rumbo de libre pájaro en el aire.

Le bebe al campo el sol de la madrugada,
le ciñe a la ciudad brazo de amante.

Wednesday, September 28, 2011

La Hija del General


      Dulce Maria Loynaz del Castillo, hija del General de la guerra de independencia de Cuba , Enrique Loynaz del Castillo , de cuya pluma broto la letra de El Himno Invasor.


    En este blog quisiera rescatar esa Cuba perdida, al igual que redimir la libertad para mi magica tierra, y de esta manera poder desahogar, tanta frustracion y dolor que conlleva, vivir fuera de ella y verla agonizar en manos de sus propios hijos ( si se le ha de poder llamarseles asi ).

    Decidi entonces empezar este , con unos de los poemas a mi entender mas sublimes que se le hayan podido dedicar a la tierra mas hermosa que ojos humanos vieran. Hoy Cuba esta bien guardada en Miami , SI , aqui es donde a mi parecer esa islita vive , Miami , no ha de existir para levantarnos en armas ( ojala asi fuese ) , esta ciudad existe y es , para recuperar la historia y todas sus memorias , aqui se guarda la cordura , la decencia ,  las costumbres, la alegria, las tradiciones , la idiosincracia, el orgullo y hasta las tradiciones culinarias ( ya perdidas en la propia tierra ), somos una especie de cofre , que solo se ha de abrir el dia que vuelva a amanecer en el cocodrilo verde , para que las generaciones venideras recuperen lo perdido , toda sus memorias y afecto por lo propio.

     Asi que para mi que mejor que haber escogido a un emblema de esa dignidad humana , llena a su vez de un romanticismo puro y de una inteligencia esmerada, con mucha sensatez , decoro, y llena de verguenza ajena , se recluyo en su casa para no ver el horror que le rodeaba; Ver a sus compatriotas sumidos en humillante suerte; Ella hizo lo mismo que hacemos aca , guardar un poco de amor.

POEMA CXXIV
Isla mía, ¡qué bella eres y qué dulce!... Tu cielo es un cielo vivo, todavía con un calor de ángel, con un envés de estrella.
        Tu mar es el último refugio de los delfines antiguos y las sirenas desmaradas.
        Vértebras de cobre tienen tus serranías, y mágicos crepúsculos se encienden bajo el fanal de tu aire.
        Descanso de gaviotas y petreles, avemaría de navegantes, antena de América: hay en ti la ternura de cosas pequeñas y el señorío de las grandes cosas.
        Sigues siendo la tierra más hermosa que ojos humanos contemplaron. Sigues siendo la novia de Colón, la benjamina bien amada, el Paraíso Encontrado.
        Eres, a un tiempo mismo, sencilla y altiva como Hatuey, ardiente y casta como Guarina.
        Eres deleitosa como la fruta de tus árboles, como la palabra de tu Apóstol.
        Hueles a pomarrosa y a jazmín, hueles a tierra limpia, a mar, a cielo.
        Cuando te pintan en los mapas, a contraluz sobre ese azul intenso de litografía, pareces una fina iguana de oro, un manjuarí dormido a flor de agua...
        Pero también pareces un arco entesado que un invisible sagitario blande en la sombra, apunta a nuestro corazón.
        Isla grácil. Te visten las auroras y las lluvias; te abanica el terral; te bailan los solsticios de verano.
        Como Diana, libre y diosa, no quieres más diadema que la luna, ni más escudo que el sol naciente con tu palma real.
        La mala bestia no medró en tus predios, y jamás ha muerto en ti un solo pájaro de frío.
        Idílicas abejas pueblan de miel la urdimbre de tus frondas; allí vibra el zunzún desprendido del iris, y destilan música viva los sinsontes.
        Escarchada de sal y de luceros, te duermes, Isla niña, en la noche del Trópico. Te reclinas blandamente en la hamaca de tus olas.
        Tienes la rosa de los vientos prendida a tu cintura; tus mayos están llenos de cocuyos, tus campos son de menta, y tus playas, de azúcar.
        Varas de San José en trance de boda, tórnanse todos los gajos secos clavados en tu tierra taumatúrgica. Rocas de Moisés, todas tus piedras preñadas de surtidores.
        Vela un arcángel escondido tras cada zarza tuya, y una escala de Jacob se tiende cada noche para el hombre que duerma en paz sobre tu suelo.
        Otra escala sutil es para él, el humo rosa del tabaco que le alegra las siestas y le aroma de sueños el camino.
        Para el hombre hay en ti, Isla clarísima, un regocijo de ser hombre, una razón, una íntima dignidad de serlo.
        Tú eres por excelencia la muy cordial, la muy gentil. Tú te ofreces a todos aromática y graciosa como una taza de café; pero no te vendes a nadie.
        Te desangras a veces como los pelícanos eucarísticos, pero nunca, como las sordas criaturas de las tinieblas, sorbiste sangre de otras criaturas.
        Isla esbelta y juncal, yo te amaría aunque hubiera sido otra tierra mi tierra, pues también te aman los que bajaron del Septentrión brumoso, o del vergel mediterráneo, o del lejano país del loto.
        Isla mía, Isla fragante, flor de islas: tenme siempre, náceme siempre, deshoja una por una todas mis fugas.
        Y guárdame la última, bajo un poco de arena soleada...¡A la orilla del golfo donde todos los años hacen su misterioso nido los ciclones!